Álora, la bien cercada, tú que estás en par del río, cercóte el Adelantado una mañana en domingo, de peones y hombres de armas el campo bien guarnecido; con la gran artillería hecho te habían un portillo. Viérades moros y moras todos huir al castillo; las moras llevaban ropa, los moros harina y trigo, y las moras de quince años llevaban el oro fino, y los moricos pequeños llevaban la pasa y el higo. Por cima de la muralla su pendón llevan tendido. Entre almena y almena quedado se había un morico con una ballesta armada, y en ella puesto un cuadrillo. En altas voces decía, que la gente había oído: -¡Tregua, tregua, Adelantado, por tuyo se da el castillo!- Alza la visera arriba, por ver el que tal le dijo; asestárale a la frente, salido le ha al colodrillo. Sacóle Pablo de rienda, y de mano Jacobillo, estos dos que había criado en su casa desde chicos. Lleváronle a los maestros por ver si será guarido. A las primeras palabras el testamento les dijo |
jueves, 7 de noviembre de 2013
Álora
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